Aunque no es verdaderamente importante, el simple hecho de cambiarse el apellido al casarse puede traer algunas discusiones de pareja. Por eso, puedes tomar toda esta información para decidirte mucho antes del matrimonio.
¿Es obligatorio cambiar el apellido al casarse?
En principio, es acto solamente simbólico llevar el apellido de su marido pero no es una obligación actualmente. Para que lo puedas entender, aquí tienes algunas opciones sobre el apellido de casado.
1. Tomar el apellido de su marido
Esta tradición nos llega de lejos. En una sociedad marcada por la religión (en especial el catolicismo), la mujer tenía muchas obligaciones con su marido, y una ellas era la de pertenecerle, hasta tal punto de que no llevar su apellido podría tomarse como herejía.
Actualmente, la Iglesia por supuesto ha evolucionado en este punto, pero los siglos de tradición no se desvanecen. Especialmente cuando se ven reforzados por otra tradición, la de los «cuentos de hadas». Los que leen estos libros desde la niñez, contemplan a jóvenes que se casan con el príncipe azul, toman su título real y le dan varios hijos. Esta es asimismo la otra piedra angular de la sociedad de la cual formamos parte: la filiación. El hombre es el cabeza de familia, con lo que tiene sentido que sus hijos lleven su nombre, etc.
2. Mantener tu apellido de soltera
A pesar de lo anterior, la revolución feminista estuvo presente. Muchas futuras novias, cuyas abuelas no tenían derecho votar y no podía firmar un cheque sin la autorización de su marido, optaron por no tomar el apellido de su marido. Y esto por distintas causas: por orgullo de su nombre de nacimiento y sus orígenes, por una negativa a formar parte a alguien o por un deseo de llevar a cabo la vida y los trámites mucho más simples.
Puedes legítimamente poner el apellido a tu hijo, unido al nombre del padre o no, ya que es viable desde el 1 de enero de 2005. No obstante, todavía es muy habitual que los pequeños lleven el apellido del padre primero. Algo curioso respecto a esto, es que una investigación holandesa descubrió que las mujeres casadas que sostuvieron su nombre de soltera tuvieron mucho más éxito en el mercado trabajo, puesto que eran vistos como mucho más independientes, ambiciosas y capaces.
3. Dando tu apellido a tu marido
Y esta independencia de la mujer puede aun ir mucho más allí en tanto que, según la ley, los dos cónyuges tienen la posibilidad de tomar el apellido de su cónyuge, pero las gestiones todavía luchan por integrarlo y no lo han planeado verdaderamente en sus formas. No obstante, la ley está del lado de estos maridos que quieren realizar este ademán de amor hacia sus esposas, para respetar un principio igual o para liberarse de un apellido molesto. Pero esta decisión todavía semeja trasgresora en frente de una sociedad que persiste en meditar que la mujer da la vida y el hombre el nombre, aun entre los mucho más jóvenes.